Cerró los ojos
y deseó no poseer nada.
Entonces el bullicio, la furia y las dudas desaparecieron, el cielo se abrió en muchos cielos y la fría acera la acogió en un regazo de tierra y dulce hierba.
Y se dejó mecer, aprendiendo que los mejores momentos se esconden en las cosas sencillas,
como una amapola acariciando su mejilla.
Lámina 30x24 cm